Qué hacer si se pierde el perro de mi hijo?

Los duelos tienden a ser complejos de manejar para los niños, pero si se agrega la sensación de injusticia (Ej. “¿Por qué me pasó a mí?”) o el sentimiento de culpa (Ej. “Si hubiera estado más atento no hubiera pasado”), es probable que el duelo se complique y prolongue. La rabia y la culpa que experimenta el niño imposibilitarán una adecuada gestión de la angustia y retrasarán el trabajo psíquico relacionado con la disminución del dolor, muchas veces llevando al niño a instalarse en la melancolía, el victimismo y/o la expiación. Es importante que, como padres, busquemos disminuir lo más que podamos, el sentimiento de culpa en el niño, de tal suerte que no se patologice su duelo. Se pueden apoyar de discursos parecidos a los siguientes: “Amor, tú eres un niño, era mi responsabilidad como adulto verificar que la puerta estuviera cerrada al sacar el coche, no tuya, en verdad lo siento mucho.”, “Amor, estamos seguros de que eres una buena persona, que no lo hiciste con una mala intención, no olvides que te seguimos amando igual que siempre”. El objetivo de disminuir al mínimo la culpa en el infante, es posibilitar que el niño tenga un duelo saludable, ya que por sí solo es bastante penoso.
Durante un duelo normal, el niño experimentará diferentes emociones de manera volátil y progresiva, desde el enojo y la tristeza, hasta la aceptación, el aprendizaje y el perdón. Como padres debemos permitir, fomentar y avalar las emociones que los niños manifiesten, establecer límites sanos en cuanto a la expresión de éstos y acompañarlos emocional y físicamente durante el proceso. Es indispensable que los niños sientan que los padres comprenden su pesar y que los ayuden a llevar a cabo cualquier iniciativa que busque compensar lo sucedido y lograr que no se repita. Eso quiere decir que, si el niño quiere hacer letreros y pegarlos por toda la colonia, salir a buscar al perro por las calles aledañas, construir una barda de madera o agregar un seguro “contra-perros” a la puerta de salida, entre otras cosas, lo apoyemos de manera entusiasta. Al mismo tiempo, y durante todo el proceso, será fundamental la contención física (a través de la presencia, los abrazos y la cercanía corporal) y, la contención emocional (que los padres funjamos como traductores de las emociones de nuestros hijos, intentando poner en palabras todas aquellas ideas, miedos y sentimientos que consideremos les está costando trabajo expresar).
No olviden confiar en aquel sexto sentido con el que contamos los padres, pues sólo él nos ayudará a distinguir si el dolor que manifiesta nuestro hijo es genuino, es decir, si de manera consciente está buscando alguna ganancia secundaria por lo sucedido, si su duelo va avanzando de manera lenta pero saludable o si es necesario apoyarse con algún especialista para evitar consecuencias mayores. #PadresEstrella #PadresConscientes #Padresquesabenpedirayuda
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